1.- La Llegada
Se llamaba "Pochi", un nombre tan ridículo que, de haber sido posible,
hubiera enrojecido cada vez que la nombraban.
Había dejado atrás la juventud hacía algún tiempo, pero sus ojos
ambarinos eran vivos e inteligentes, sus movimientos ágiles y armoniosos y
conservaba un sentido del humor inalterable. Irradiaba un halo de serenidad,
de estabilidad y al mismo tiempo de energía vital latente -como un resorte
a punto de saltar-; quizá por eso atraía a su alrededor tanto a los mayores
como a la juventud. No tenía familia pero si muchísimos amigos,
-"conocidos" para ella-, porque "Amigos" tenía pocos. Si hubiera querido
hubiera podido ser la Matriarca de su clan que era el más grande y
poderoso del bosque, pero el poder no la había atraido nunca y además
sabía que una responsabilidad así no le hubiera permitido seguir tratandose
con los demás como lo había hecho hasta ahora.
Llevaba una vida tranquila y apacible, no parecía tener problemas o, si los
tenía, no permitía que se le notaran ni se quejaba de ellos. Era un remanso
de paz al que todos, jovenes y viejos, acudían a beber, hasta que un día....
Pochi llevaba ya varios días inquieta, sentía un estraño cosquilleo que
se le metía entre las plumas y la piel y que la hacía ponerse irritable y perder
la paciencia con los jovenes que, acostumbrados a su comprensión y
equanimidad, la buscaban para que les diera consejos o los ayudara a
solucionar sus problemas; estaba distraida, la noche anterior lo único que
había cazado era una serpiente pequeñita que mas parecía una lombriz y
1.
después se había dedicado a mirar el cielo y las estrellas como si tuviera que
leer algo de suma importancia escrito en ellas, algo tan urgente y
apremiante que pareciera ser de vida o muerte. Al amanecer en vez de
acomodarse en su rama y dormirse inmediatamente como acostumbraba a
hacerlo, se había estado moviendo, sacudiendo las alas y saltando sobre
sus patas hasta que unos disimulados "¡Ehem!" y "¡Tschss!" a su alrededor
la obligaron a hacer un esfuerzo por controlarse; así y todo cuando al cabo
de bastante rato logró dormirse, solo fué con un sueño intranquilo del que
despertó mucho antes de lo habitual, sobresaltada por una imagen que
seguía presente en su cabeza aún después de haber abierto los ojos. ¡Lo
peor de todo era que no podía retener esa imagen! cuando trataba de
sujetarla se escabullía y se deshacía, como la niebla en el bosque cuando la
alumbran los primeros rayos del sol. Ni siquiera sabía de qué se trataba;
sabía que era importante, eso sí; tambien sabía que era algo que
apremiaba, ¡pero no sabía que! Además muy en su interior - y no hubiera
podido decir porqué - sentía el presentimiento de que su vida entera iba a
cambiar, estaba cambiando....., ¡había ya cambiado!; aunque todavía esos
cambios no se notaran ni ella supiera en que consistían. Ese era otros de
los motivos por los que se sentía tan desasosegada: ¿no tenía ya
demasiada edad para un cambio tan radical como intuía que iba a ser el que
la esperaba? Siempre había tratado de dar el máximo de si misma en todo
lo que hacía, no aspiraba a la perfección, pero quería tener la seguridad de
haber hecho todo lo que era capáz de hacer, de haber utilizado todos sus
recursos y empleado toda su inventiva - que no era poca - para vencer los
2.
retos que se le presentaban. ¿Sería capáz de afrontar de la misma manera
"eso" que sentía acercarse......?
Pochi tenía miedo, por primera vez en su vida sentía un miedo irrazonable a
algo desconocido que la acechaba desde más allá de la última linea de
árboles del bosque; ese bosque que había sido hasta entonces su hogar, un
sitio sin malicia y casi sin peligros y al que sentía que debería abandonar; al
mismo tiempo estaba enfadada consigo misma por sentir de esa manera,
cuando toda su experiencia, toda su razón y su inteligencia le decían que
temer lo desconocido y más aún, temerlo sin saber siquiera si era un peligro
real y si llegaría algún día a suceder, era, cuando menos, una pérdida de
tiempo.
Estaba tan ocupada -y eso era algo que nunca antes le había sucedido-,
en pensar exclusivamente en sí misma: en lo que le estaba sucediendo, en lo
que sentía y en sus reacciónes, que había dejado de interesarse por lo que
sucedía a su alrededor, y así fué como - sin proponerselo - fué la última en
enterarse de la gran noticia: la llegada de un forastero.
Claro está, la noticia no hubiera sido tan interesante ni hubiera causado
tanto revuelo si no hubiera sido porque el Forastero no era un forastero
cualquiera: era un buho grande, más grande que cualquiera de los buhos que
habitaban en el bosque, tenía un plumaje color acero que parecía ser de metal
líquido por los reflejos que daba cuando se movía y que se oscurecía hasta ser
casi negro al llegar a las puntas de las alas y de la cola, las patas eran negras
de garras largas y fuertes, y en la pata izquerda llevaba un ancho anillo
plateado que armonizaba divinamente con el color de sus plumas. Tenía una
3.
mancha blanca en el pecho que resaltaba como una estrella y sus ojos,
grandes y luminosos, estaban ribeteados por una fina linea roja......
¡Era en verdad una figura impresionante!
Además, en cuanto hubo llegado, lo primero que dijo fué...........:
- "¡Tengo que hablar con Pochi!"
Los presentes, que recién se estaban reponiendo de la sorpresa de su
llegada, y que todavía estaban ocupados en admirar su aspecto y en hacer
conjeturas sobre su procedencia y sus intenciones, se miraron entre sí sin
saber si habían oido bien o si eran victimas de una ilusión......
El Forastero sin embargo, subiendo un poco el tono de la voz repitió:
- "Tengo que hablar con Pochi, ¡ahora!"
Uno de los mas jovenes del grupo abrió las alas y sin decir ni una
palabra echó a volar en su busca. Los demás permanecieron en silencio,
agrupados alrededor del Forastero, sujetos por una mezcla de respeto y
curiosidad, sin atreverse a hacerle preguntas, pero al mismo tiempo
esperando la llegada de Pochi para saber a que venía todo aquello:
- "¿Lo conocería Pochi? - y si era así, ¿de donde?"
- "....o mejor: ¿de donde conocía el Forastero a Pochi?"
- "y, ¿porqué quería hablar con tanta urgencia con ella?"
Nadie había oído que Pochi hubiera abandonado jamás el bosque; y por
otro lado el Forastero no los había visitado nunca con anterioridad, ¡él era
alguien que no se olvidaba tan facilmente!
Habían pasado solo unos pocos minutos cuando el buho joven volvió,
para desilusión de los presentes sólo, y dirigiendose al Forastero le dijo:
4.
- "¡Sígueme, ella te espera!"
Cuando hubieron partido se elevó de en medio del grupo un murmullo
sordo y muchos levantaron el vuelo para ir a contar lo sucedido a todos los que
aún no se hubieran enterado.
Los que quedaron continuaron comentando lo ocurrido, hablando sobre
el Forastero, su apariencia, su procedencia y formulando hipótesis sobre sus
motivos y: ¡su relación con Pochi!
Cuando el joven regresó lo rodearon y lo agobiaron con preguntas sobre
el encuentro:
- "¿qué se habían dicho?", "¿cómo se habían saludado?",
- "¿parecian conocerse?", "¿cómo estaba Pochi?", etc., etc,.......
Desgraciadamente el chico no tenía nada que contar:
¡Pochi esperaba dándoles la espalda y no se había vuelto mientras él estuvo
presente!....... ¡ni palabras, ni miradas, ni ademanes!
El bosque parecía un abejero en plena faena de recolección de miel:
zumbaba por los cuatro costados y era un milagro que no hubieran habido
accidentes porque los buhos, las lechuzas y todas las demás aves se cruzaban
en el aire, yendo y viniendo a velocidades temerarias, sin tomar ni las más
mínimas medidas de seguridad. Por lo menos las madres tuvieron el cuidado
de poner a sus crias a buen recaudo y las parejas que estaban empollando se
turnaban para que ambos pudieran tomar parte del revuelo generalizado.
Talvez había un sólo lugar del bosque, además de aquel en el que Pochi -
según todas las suposiciones- hablaba con el Forastero, donde todo
conservaba la calma habitual: en el medio del bosque las lechuzas blancas
5.
continuaban con sus ocupaciones de siempre, habitando "su" encina y llevando
su vida de estudio y contemplación de la naturaleza como lo habían hecho
siempre, desde antes, mucho antes de lo que ni los más ancianos eran capaces
de recordar. Tenían poco contacto con las demás especies, no porque las
evitaran o se excluyeran, sino porque ocupaban un lugar en la comunidad
como el que tenían el río o el aire: estaban allí, eran necesarias para la vida y
eran respetadas y desde cierto punto de vista, hasta cuidadas. ¡Además el
bosque estaba orgulloso, muy orgulloso de que vivieran allí! Su origen era tan
remoto que estaba cargado de leyendas al igual que "su" encina, de la que se
decía que era la más viejo del mundo. Seguía floreciendo y dando hojas, pero
la conciencia del árbol estaba en su interior: dormida. Según una de esas
leyendas aquel árbol había tenido un nombre, un nombre que las lechuzas
blancas todavía recordaban y que en un momento de terrible peligro volvería
a ser nombrado para despertarla de su letargo. Y ella, aquella vieja encina,
sabría que hacer para salvar al bosque (y talvez algo más) de la amenaza que
se cernía sobre él. Esa era la leyenda, y si los habitantes del bosque creían en
ella o no, no tenía la más mínima importancia; las lechuzas blancas la
guardaban reverentemente junto con todas sus otras tradiciones, que
transmitían oralmente de generación en generación con gran respeto,
cuidando de atenerse al texto original ya que eran una parte importante de
sus estudios.
Eran sabias y hasta se decía que clarividentes, pero como no alardeaban
de sus conocimientos, lo que se decía de ellas eran en su mayor parte
suposiciones y rumores. No asustaban a los niños, eran algo así como hadas
6.
blancas en un mundo donde la maldad prácticamente no existía y donde la
magia negra no se conocía ni de oidas. Ocupaban un lugar en aquel mundo y
vivian allí en "su" encina velando sobre el bosque como una deidad
benefactora pero sin necesitar ni el reconocimiento ni la reverencia de sus
habitantes.
Y además, sucedía que de vez en cuando, por un capricho de la
naturaleza, nacía una que no era blanca y que crecía y se mezclaba con las
otras razas sin revelar nunca su origen. Todas ellas tenían en realidad muchas
más capacidades y poderes de los que nadie pudiera siquiera imaginar, y se
cuidaban muy bien de no hacerlos públicos. Eran bondadosas y compasivas, y
mientras más conocimientos acumulaban mejor comprendían la necesidad de
seguir aprendiendo.... Habían esperado pacientemente la llegada del Forastero,
y habían ocupado el tiempo preparandose para lo que tendría que venir. En
realidad no sabían exactamente cuales serían las noticias que aquel traería,
pero sí sabían, que cuando llegara tendrían que recurrir a todos sus
conocimientos milenarios para encontrar una solución al problema que les
presentaría.
Hacía ya un rato que el Forastero hablaba y Pochi se sentía como si se
encontrara en medio de un fuego: el cuerpo le ardía, el corazón se le había
desbocado y le costaba sacar la respiración. Un zumbido constante en los oídos
hacía que a veces le costara entender lo que aquel le decía. Por otro lado casi
no necesitaba escucharlo, a medida que él hablaba, Pochi recordaba:
......ella era una lechuza blanca, solo que su plumaje era del color de las
avellanas; tenía los poderes y las capacidades de ellas, pero no había
7.
aprendido a usarlas.....
...........¡y ahora le pedían que salvara al planeta!
Aquel Forastero era un enviado del mundo exterior, del mundo que
existía mas allá de su bosque, donde dominaban los hombres. El Forastero
tenía también contacto con hombres, (eso, le explicó, significaba el anillo
que llevaba en la pata) ya que, afortunadamente existía una minoría entre
ellos que era consciente de la catástrofe que los amenazaba y se esforzaban
por convencer al resto de la humanidad de la necesidad de un cambio de
actitud hacia el planeta, cumpliendo algunas normas que les permitiera vivir en
armonía con el universo. Pero los cambios que conseguían eran muy pocos y
muy lentos y no alcanzarían a detener el fin que se acercaba. Por eso habían
decidido nombrar al gran buho de plumas de plata como embajador y contacto
entre ellos y los otros Reinos de la Naturaleza, para tratar de buscar, juntos,
una solución que se hacía cada día más apremiante encontrar.
Y por ese motivo estaba allí, para explicarles la situación a todos los
habitantes del bosque y para hablar con las lechuzas blancas y trazar con ellas
una estrategia a seguir, pero más que nada para decirle a Pochi que había
llegado el momento de que asumiera el papel que le correspondía.
Cuando Pochi y el Forastero llegaron a la encina las lechuzas blancas
estaban reunidas y los esperaban; entonces él las puso al tanto de la situación
en que se encontraba la Tierra, sin ocultarles la gravedad del peligro que
corrían.
Alba, la Matriarca después de escucharlo dijo:
- "Nosotras tenemos los conocimientos para repoblar las tierras de árboles y
8.
para ayudar a clarificar las aguas y purificar el aire; podemos limpiar los mares
y salvar las especies que no hayan sido eliminadas, tanto en la tierra, en el
agua como en el aire; también podemos enseñarles a los hombres a conseguir
lo que necesitan del planeta sin dañarlo; pero mientras los hombres - y me
refiero a todos ellos - no estén dispuestos a acatar el Mandamiento; mientras
la codicia y la ambición, la envidia y el egoismo prevalezcan por encima del
respeto y el amor, todo lo que hagamos será en vano. Los hombres tienen
que comprender que la Vida sólo es posible en la Armonía y que ésta sólo se
consigue respetando y amando todo cuanto existe".- la lechuza hizo una
pausa y miró a su alrededor como para encontrar en las miradas que le
devovieron sus compañeras la confirmación de lo que estaba diciendo,
después continuó: "Quiero que sepan que hemos decidido que ha llegado el
momento de despertar a la Encina, y que es mi deseo que Uds. dos estén
presentes cuando lo hagamos".
A Pochi se le erizaron las plumas; había crecido oyendo las historias
sobre la Encina, creyéndolas cuando pequeña y aceptandolas como parte de la
cultura y la historia de su pueblo cuando se hizo mayor, pero sintiendo siempre
una especial reverencia por su figura más que milenaria; y ¡ahora le decían
que iba a despertar! Se estaba preguntando qué ceremonia impresionante se
llevaría a cabo con ese fin, cuando sintió una especie de susurro que dejaban
oír las lechuzas al unísono. No era un canto ni tampoco un grito, era más bien
como la voz suave con la que una madre llama a su pequeño para no
arrancarlo bruscamente de sus sueños:
- "Cro no sia", "Cro no sia", "Cronosia, ¡despierta..............!"
9.
........después se produjo un silencio tan profundo que Pochi creyó que se había
quedado sorda: no soplaba la más leve brisa ni se oía correr el río, no se movía
una hoja ni se escuchaba un animal, un insecto o un pájaro moverse por el
suelo o entre los árboles; hasta los polluelos habían enmudecido en sus nidos.
De repente un sonido sordo subió desde el fondo de la tierra y un
estremecimiento recorrió el tronco y las ramas de la anciana encina.
Cronosia despertó y sin transición ninguna recobró la conciencia, el
recuerdo de quien era, de donde estaba y de cual era su misión en aquel lugar.
No hubo ni un instante de desorientacíon ni la más mínima vacilación como
resultado de los siglos que llevaba dormida. Sintió mas que vió a las lechuzas
que poblaban sus ramas y una ola de agradecimiento y amor incondicional la
invadió.
Tomó conciencia del cielo azul sobre ella y del muzgo que cubría sus
raices y al hacerlo recordó con una sonrisa una ratita que eones atrás le había
enseñado el valor del respeto y el amor a los demás: ¡que afortunada era!,
¡que vida tan maravillosa había tenido!, ¡que seres tan maravillosos había
conocido! ¡que maravillosos sueños había soñado!
Pero ella mejor que nadie sabía que la vida como se vivía en aquel oasis
que era su bosque, no era la del resto del planeta; ella lo había visto, a pesar
de no haberse movido nunca de ese lugar, había soñado con lo que iba a venir,
con aquellos seres, llamados hombres, que olvidarían la importancia del
respeto y el amor a los demás.
El respeto y el amor hacia todo lo existente sin exepciones, sin fijarse si
pertenecía al reino mineral, vegetal o animal; aquel único y gran mandamiento
1o.
que había aprendido Cronosia del hocico de una pequeña ratita que casi muere
ahogada en un charco de lágrimas entre sus raices.
Ese mandamiento que podía resumirse en: "debo respetar y amar al
planeta", había sido ignorado por los hombres que ahora tenían que sufrir las
consecuencias. Desgraciadamente no sólo ellos sufrían, ¡el planeta estaba en
peligro! Tan lejos habían llegado, tanto daño habían hecho, que el equilibrio
que había mantenido la armonía y por consiguiente la vida sobre el planeta se
había roto y no se sabía si existía todavía la posibilidad de restablecerlo.
Cronosia, al reves de las lechuzas blancas, conocía bastante bien a los
hombres. Había soñado, no una sino que muchísimas veces con ellos; los sabía
capaces de las aberraciones más infames así como de los más sublimes actos
de sacrificio y valentía. Los había visto en sus momentos más negros: guerras,
traiciones, intolerancia, racismo, fanatismo, sangrientas persecusiones, etc.,
pero también conocía su capacidad para producir construcciónes, objetos y
música de una belleza tan extraordinaria, que eran comparables a las obras de
la Naturaleza.
Además Cronosia era optimista, quería creer que los hombres podían
cambiar, que era posible hacerles entender la absoluta necesidad de
abandonar la arrogante posición de amos del planeta por una de igualdad e
integración en la Vida y la Naturaleza. ¡Y esa sería la tarea de Pochi!
Cronosia se aclaró la garganta y dijo:
- "Pongámonos a trabajar, tenemos que hacer planes y organizar el viaje de
nuestra representante"- y le dirigió una sonrisa a Pochi que se sentía cada véz
más mareada.
11.
Exponerles el problema a los habitantes del bosque fué la primera
medida que tomó Cronosia, pero primero hubo que esperar algún tiempo hasta
que volviera la tranquilidad al bosque. Había sido demasiada exitación para un
solo día, la llegada del Forastero y el despertar de Cronosia; y como resultado
hubo algunos desmayos, ataques de llanto y caidas del nido - afortunadamente
sin consecuencias graves -. En comparación, las noticias que traía el Forastero
fueron recibidas con relativa calma. Hubo murmullos y exclamaciones de
sorpresa e incredulidad, y bastante preocupación por el futuro, pero ni pánico
ni agresividad alguna hacia los hombres, y todos estuvieron de acuerdo en que
no debían escatimar esfuerzos para salvar al planeta del desastre que se
avecinaba.
Aprobaron el plan de Cronosia y de las lechuzas blancas, y cuando ellas
pidieron voluntarios para el viaje no exento de peligros que deberían
emprender, se presentaron muchos más de los que serian necesarios. Por otro
lado, Pochi vivía estados de ánimo completamente desconocidos para ella: a
veces la invadía una sensación de irrealidad como si todo fuera un sueño del
que no tardaría en despertar, para luego y casi sin transición sentirse llena de
energía y de impaciencia por comenzar - ya - la misión que debería llevar a
cabo. Le habían explicado porqué debía ser ella la representante del "Bosque" y
lo había entendido y aceptado; sabía ahora que era "especial", Cronosia así se
lo había dicho:
- "Pochi, el Forastero será tu Guia en este Viaje, en el que tendrás que
aprender mucho, no sólo sobre el Mundo y los hombres sino que sobre todo y
más que nada sobre ti misma".
12. ---- x ----
2.- El Viaje
Los mensajeros de paz estaban escogidos, los mensajes preparados y
confiados a cada uno de ellos, las rutas y los destinos convenidos y la actividad
febril que había reinado en el bosque los últimos días se había calmado algo.
Se había convenido que los mensajeros de las especies más lentas fuesen
transportados parte del recorrido por pájaros y animales más veloces y en
algunos casos, si era necesario, saldrían con alguna anticipación a los demás,
porque la simultaneidad en la entrega de los mensajes era parte muy
importante del plan que Cronosia y las lechuzas blancas habían ideado. Las
distintas especies debían ser informadas con unos días de anticipación de lo
que iba a suceder, para que tuvieran tiempo de tomar las medidas que fueran
necesarias para garantizar el éxito de la ofensiva. Sólo si todos los seres vivos
del planeta, fueran animales o vegetales actuaban en la forma acordada podría
Alba con las lechuzas blancas llevar a cabo su "magia"; y solamente si el plan
funcionaba tendría sentido que Pochi les hablara a los hombres.
Afortunadamente no necesitaban desplegarse por toda la tierra: los habitantes
del planeta tienen métodos para comunicarse entre sí aun a grandes distancias
sin necesidad de usar artefactos ni gastar energía.
La partida se había fijado para el mediodía del día siguiente. Pochi y el
Forastero volarían una semana mas tarde directamente al lugar de donde éste
venía, para hablar con los hombres que lo habían enviado; ellos serían los
encargados de contactar con los jefes de gobierno, las cabezas de las
religiones, los directores de los grandes impérios económicos, etc., así como
con asociaciones particulares pero con influencia en la política y la sociedad
13.
humana y de entregarles el mensaje que se les mandaba......
Cronosia, - y el Forastero estaba de acuerdo con ella -, dudaba mucho que
todos aquellos políticos y empresarios estuvieran dispuestos a tomar en serio
a dos pájaros, por inteligentes y extraordinarios que fueran, asi es que lo mejor
sería que los hombres se entendieran entre ellos.
Si aceptában el trato y comenzaban inmediatamente a tomar las
medidas recomendadas en el mensaje, los primeros resultados deberían
comenzar a verse en una semana. Si no lo hacían......... para entonces los
mensajeros habrían llegado a sus respectivos destinos y todo estaría listo para
la gran ofensiva.........
Cronosia estaba triste, recordó nuevamente a la ratita....... ¿sería posible
que hubiera que recurrir a medidas tan drásticas para hacer entrar en razón a
seres que, - en el fondo -, ella admiraba? Recordó como la hicieron sufrir en su
tiempo la desconfianza, el desprecio, la indiferencia y la intolerancia que
existía a su alrededor........ recordó tambien como poco a poco fueron siendo
remplazadas por el Mandamiento; - "pero", se dijo, "fué un proceso lento y
ahora el tiempo es lo que falta. No podemos esperar cien o doscientos años a
que los hombres cambien, ¡no podemos esperar ni un mes!"-. Suspiró y sus
ramas se estremecieron; Alba, con su voz tranquila le dijo:
- "No pases pena, no estamos traicionando nuestro Mandamiento. ¡Piensa en
todos los animales, en todos los pájaros, árboles y plantas que han
desaparecido, que ya no existen, que nunca más habitarán la tierra.....! Los
hombres tienen libros y reproducciones de algunos de ellos, asi es que podrán
al menos recordarlos, ¿pero nosotros? ¿cómo haremos para que no se
14.
olviden? Actuaremos por respeto a la Vida y por amor a nuestras especies y al
planeta. Además no le haremos daño a nadie; y si tenemos éxito, todos,
incluyendo los hombres, viviremos en un mundo mejor".
- "Tienes razón, es que después de tantos cientos y miles de años se me hace
dificil creer que haya seres que no han descubierto todavía lo que yo aprendí
de un ser tan peqeñito pero tan lleno de amor y compasión" - Cronosia volvió
a suspirar - "Aquellos ojos Alba, ¡aquellos ojos!.......; todavía me parece verlos
y cuando los recuerdo todavía me invade la emoción de aquel día...... ¿Sabes
que me puse a llorar y casi los ahogo a todos?" - en la voz de Cronosia se
percibía una sonrisa. Hubo una pausa y después con un dejo de nostalgia
continuó:
- "¡He sido muy afortunada!".
- "¿Afortunada? tal véz; pero lo que sí sé es que has hecho feliz a multitudes
de seres, a tu alrededor y en todo el planeta"
- "Hice lo que pude" - contestó Cronosia en voz muy baja.
La despedida fué...... ¿solemne? - Sí, se podría decir que si, aunque
algunos percances de último minuto pusieron una nota divertida en la
ceremonia.
Alba y Cronosia desearon buen viaje a los mensajeros que salieron cada
uno hacia su destino (más de algún ojo se llenó de lagrimas al verlos partir) y
una semana después, dirigiendose a Pochi, Cronosia le dijo:
- "Eres nuestra Embajadora, - recuerda que en tu interior encontrarás la
sabiduría para cumplir con tu tarea -, pero también para afrontar las
dificultades que se te presenten en el viaje. No has estudiado como las blancas,
15.
pero tienes su potencial en tí. Te acompañarán nuestros pensamientos y el
Forastero será tu Guía, pero eres tú la que debe cumplir con esta misión.
Confiamos en tí".
Alba y las demás lechuzas blancas le desearon buen viaje, y Pochi
abriendo las alas voló hacia su Destino.
Caía la tarde, llevaban horas volando, Pochi iba sumida en sus
pensamientos y el Forastero respetaba su silencio. Empezaba ya casi a
anochecer cuando se encontraron frente a un macizo montañoso que se
extendía a derecha e izquierda hasta donde alcanzaba la vista; las montañas
eran muy altas, estaban cubiertas de nieve y en parte con las cumbres
sumidas en densas nubes. Siguieron adelante con la intención de cruzarlas
antes del amanecer; Pochi estaba cansada y al acercarse al banco de nubes
comenzó a sufrir los efectos del frio, que le ponía las alas cada vez más
pesadas y la hacía sentirse soñolienta y desorientada; casi sin darse cuenta fué
disminuyendo la velocidad y la distancia que la separaba del Forastero - que
volaba un metro delante de ella - aumentó hasta que en la espesa niebla que
atravesaban lo perdió de vista.........
En el momento en que dejó de verlo, la invadió un acceso de pánico que
la hizo despertar del sopor en que había caido; miró a su alrededor y solo vió el
blanco esponjoso de la niebla que la rodeaba y en el que conceptos como:
arriba y abajo, adelante y atrás o la altura relativa a la que volaba habían
perdido todo sentido de realidad. El Forastero no se veía y ella se sentía
perdida y sóla como nunca antes en su vida; además el frío del que por un
momento se había olvidado la invadió con más fuerza que antes. Seguía
16.
volando, pero cada vez con menos energía, y a pesar de los esfuerzos que
hacía por seguir adelante, sentía que tendría que encontrar rápidamente un
lugar donde posarse si no quería caer a tierra como una piedra. Comenzó a
perder altura lentamente hasta que con un golpe que la tomó por sorpresa -
no pensaba que volaba tan bajo - dió contra una masa blanca y dura. Recién
entonces recordó que volaban sobre montañas nevadas y que no era tierra lo
que había bajo sus patas. Miró a su alrededor, buscando un lugar donde
guarecerse, pero todo era de un blanco uniforme en el que no se notaba ni una
grieta ni el más pequeño resquicio que le hubiera servido para ello. El frío le
subía por las patas; pensó vagamente que tenía que seguir volando, que si se
quedaba allí inmóbil, se congelaría, pero no tenía fuerzas para abrir las alas y
tampoco sabía en que dirección volar......
¡Se había perdido, no sabía donde estaba ni como salir de allí y el Forastero la
había abandonado! Tenía sueño y estaba helada; ¡sola no podía seguir
adelante!
Cerró los ojos y allí mismo donde estaba parada se sentó y se acurrucó
esperando el sueño que no tardaría en llegar: ¡estaba tan cansada!. En su
interior comenzaron a desfilar imágenes, todas en rápida sucesión y de una
claridad aterradora. Eran imágenes de lugares y de cosas que ella no conocía,
pero todas tenían algo en común: mostraban desastres, destrucción y muerte,
tanto de animales y vegetales como de hombres. Enormes regiones resecas,
erosionadas, convertidas en desiertos donde ni una brizna de hierba - ni menos
un árbol - había sobrevivido y donde multitud de seres humanos morían de
hambre y de sed, sosteniendo entre sus brazos a sus hijos pequeños.
17.
Tormentas de arena destruyendo campos de legumbres y verduras;
inundaciones inutilizando cosechas enteras de trigo, cebada y centeno.
Embalses resecos con toda la maquinaria para producir energía en su interior
abandonada, inútil. Mares contaminados hasta la saturación, plagados de
peces flotando boca arriba en las aguas mal olientes......... Las imágenes eran
tan horribles que Pochi despertó con un sobresalto del letargo en que estaba
sumida y mientras trataba de despejar su cabeza del sopor que la envolvía le
pareció oír en su oreja la voz de Cronosia que decía:
- "Confiamos en tí"
"Confiamos en tí" ¿y que hacía ella? ¡Abandonaba ante la primera
dificultad! ¡Se dormía, entregandose sin luchar! ¡Ella era Pochi, era la Enviada
del Bosque, la representante de Cronosia y de las lechuzas blancas! Cronosia
le había dicho que debía buscar en su interior la fuerza que necesitaría para
afrontar los problemas que se le presentarían durante el viaje. ¡No podía
dejarse vencer ni por el frío ni por el sueño! ¡Tenía una responsabilidad!
Pochi cerró los ojos tratando de recordar el bosque y de pronto se vió
sentada junto a Alba con el sol calentandole la espalda y una sensación de
bienestar corriendole por las venas; ráfagas de viento soplaban entre las
ramas.
¡Viento....! abrió los ojos y comenzó a dar fuertes aletazos; súbitamente se
levantó a su alrededor un viento fuertísimo que se llevaba los bancos de nubes
como navíos flotando en el mar. En pocos minutos un sol rojizo que se
escondía ya tras las montañas lo bañó todo con un resplandor de fuego y en el
cielo tras ella aparecieron las primeras estrellas. ¡Ahora podría orientarse!
18.
¡Sabía hacia donde seguir! En ese mismo momento sintió una presencia a su
lado: era el Forastero:
- "¡Bien hecho, Pochi. Sigamos!".
Atravesaron las montañas y era pasada la medianoche cuando
sobrevolaron un campo donde encontraron algo que comer y unas gotas de
agua en un charco para beber. Al amanecer estaban bastante lejos de las
montañas y tenían tierras cultivadas por delante.
Buscaron un lugar donde dormir, y dieron con un granero abandonado
donde se acomodaron para descansar unas horas. Cuando partieron, poco
después del mediodía brillaba el sol, hacía calor y todo se veía polvoriento y
seco. Hablaban poco; ahorraban fuerzas porque les quedaba mucho camino
que recorrer y tenían que hacerlo en muy poco tiempo.
Cruzaron regiones áridas, rios y colinas, praderas, campos sembrados y
bosques; en la media luz del atardecer después de sobrevolar una plantación
de árboles frutales, se internaron en un bosquecillo de grandes castaños donde
la oscuridad era más profunda y los escasos destellos de luz que atravesaban
las ramas formaban curiosos dibujos sobre el suelo. De pronto, sin aviso
previo el Forastero que volaba adelante, quedó atrapado en una red que se
extendía entre las ramas de dos castaños. Una mera reacción instintiva le hizo
aletear desesperadamente para soltarse. Pochi vió con horror como tanto la
cabeza como las alas y las garras, con cada movimiento que el Forastero
hacía, se enredaban más y más entre los hilos de la red; los ojos le brillaban
en la oscuridad y antes que Pochi pudiera hablar le dijo:
- "¡Vete!" - sin esperar contestación, continuó - "debes seguir adelante, yo
19.
ya me las arreglaré sólo. No te preocupes por mí. Tu debes cumplir con tu
misión....! ¡Vete, ya!".
Pochi automáticamente dió media vuelta con la intención de
obedecerle y seguir sola adelante, pero apenas un minuto después se detuvo
y se volvió mirandole fijamente:
- "Emprendimos juntos este viaje y llegaremos juntos a nuestro destino; no
digas nada, no tengo tiempo para discutirlo". - y sin más se puso a buscar el
modo de librarlo de las amarras que lo sujetaban.
Comenzó a romper los hilos con el pico, pero tenía que hacerlo con
mucho cuidado y aún así de tanto en tanto se le enredaban una pata o algunas
plumas de las alas y tenía que luchar para soltarse corriendo el riesgo de
quedar ella también atrapada, y eso le llevaba mucho tiempo; necesitaba
ayuda y no se le ocurría donde buscarla. De pronto le pareció ver pequeñas
sombras que corrían por el suelo, voló hasta una rama baja y habló en la
oscuridad:
- "Hola, soy Pochi una lechuza y vengo del Bosque;" - las ratas escondidas
detras de algunas piedras y raices escuchaban en silencio - "nos ha enviado
Cronosia con la misión de hablar con los hombres......"
Una rata especialmente valiente asomó una oreja, un ojo y los largos
bigotes y preguntó:
- "¿Cronosia?".
- "Si, Cronosia nos ha enviado, pero mi compañero está atrapado en esa red
y mientras no consiga soltarlo no puedo seguír adelante" - varias ratas se
acercaron para verla mejor - "¿podrían Uds. ayudarme?"
20.
En el suelo habían ahora cerca de quince o veinte ratas que se
consultaron brevemente en voz baja, - algunas la miraban con no poca
desconfianza-; una de ellas, la que primero había hablado y que parecía ser la
mayor les dijo algunas palabras, entre las que Pochi oyó claramente:
"Cronosia" y "el Bosque", después de lo cual las ratas subieron por las cuerdas
hasta donde estaba atrapado el Forastero y con sus afilados dientes
comenzaron a roer la red a su alrededor cuidando de no herirlo ni dañar sus
plumas. Era pasada la medianoche cuando el gran buho se vió por fin libre de
las ataduras; durante esas horas Pochi les había contado a las ratas todo
sobre la Misión que tenían por delante y sobre la estrategia que Alba y
Cronosia habían ideado para salvar al planeta. Por su parte las ratas le habían
explicado a Pochi la función de la red.......
- "....si, pajarillos pequeñitos..., aves canoras...., lo que caiga en la red.......,
¡y se los comen............!
Pochi estaba horrorizada, no podía creerlo, ¡no quería creerlo!
Mientras, el Forastero se preparaba para volar estirandose y aleteando
con cuidado para recobrar el dominio de sus entumecidos miembros, Pochi,
después de agradecerles de corazón la ayuda que les habían prestado, se
despidió emocionada de las ratas, que a su vez les desearon buen viaje y éxito
para su misión.
Al amanecer del día siguiente estaban agotados; el día anterior habían
volado hasta que el sol estaba bastante alto, tratando de recuperar algo del
tiempo que habían perdido. Durmieron unas horas, - muy pocas en realidad -, y
continuaron volando sobre tierras áridas, una cadena montañosa
21.
afortunadamente no muy alta, campos de cultivo y praderas con rebaños
pastando. Cuando pasaban sobre un campo recien cosechado vieron una
bandada de cuervos que se hartaban comiendo los granos que habían quedado
sobre la tierra. De pronto oyeron un graznido espantoso y un aleteo
desesperado a un costado del campo; un cuervo joven había caido en una
trampa para animales y ya sea por efecto de la trampa o por los esfuerzos que
había hecho por soltarse la pata se había roto y corría peligro de cortarse. Los
otros cuervos habían volado y no se veían por ninguna parte; Pochi que había
mandado al Forastero a buscar una rama o un trozo de madera que se pudiera
usar como palanca para abrir la trampa, se acercó con cuidado al cuervo,
tratando de tranquilizarlo, porque el joven ya sea por el dolor o por el trauma
que estaba sufriendo estaba en estado de schock: tenía los ojos desorbitados,
el pico entreabierto y de vez en cuando tiritaba violentamente, respiraba en
forma entrecortada e irregular. Para distraerle, Pochi comenzó a hablarle en un
tono trivial:
- "Me llamo Pochi, ¿cómo te llamas tú?"
El cuervo la miraba sin verla y no parecía entender lo que ella le decía.
- "Sí, ¡me llamo Pochi!, ¿has oido alguna vez un nombre más ridículo.........?"
"como ya te habrás dado cuenta soy una lechuza..........." "pero lo que estoy
segura de que no me vas a creer es, que soy una lechuza blanca.............."
- "¿Blanca?" - era apenas un hilo de voz.
- "Si, blanca, te aseguro que es verdad. ¿Me dices ahora tu nombre?"
- "Thor"
- "¡Ah! ese si que es un nombre, de un heroe o algo así ¿no?"
22.
- "Un dios"
- "Bueno, Thor con nombre de un dios, este es mi compañero y ahora vamos
a librarte de esa trampa, pero tu tendrás que ayudarnos; ¿lo harás?"
- "No se si podré"
- "¡Claro que si! solo tienes que quedarte lo más quieto que puedas y dejar
que nosotros nos ocupemos de todo. Eso si, cuando yo te avise, tendrás que
correrte hacia un lado y ayudarme a sacar la pata de la trampa. Pero eso será
sólo un momento y después te curaremos y todo habrá pasado. ¿Me has
entendido?"
- "Si"
El Forastero había traido ramas de distintos grosores y tamaños, varias
plumas que encontró en el suelo, hojas de un arbusto que crecía cerca y un
manojo de tallos de alguna gramínea, largos y flexibles. Y comenzaron a
trabajar: metían una rama entre los dientes de la trampa y la empujaban hasta
poder meter una más gruesa en la ranura, repitiendo el procedimiento hasta
que estuvo lo suficientemente separada como para sacar la pata rota. Pochi le
dió la señal y Thor hizo como le habían dicho, después de lo cual se quedó
echado sin apenas atreverse a mirarse la pata; pero el buho inmediatamente
la enderezó y con unas ramitas y las plumas que había encontrado la
inmobilizó, Pochi envolvió todo con las hojas, y con los tallos la amarraron
para que quedara firme.
Cuando terminaron, Thor se había recuperado algo y mientras comían
unos granos de los que había por el suelo le hablaron del Bosque, de su viaje y
de su Misión. Mientras ellos estaban ocupados ayudando a Thor, los otros
23.
cuervos habían empezado a volver, solos o en grupos y todos escucharon lo
que los viajeros contaban. Después, se aseguraron que Thor estaba bien, le
dieron algunas indicaciones a seguir para la pata y retomaron su camino.
Muchas horas mas tarde hicieron un alto para comer y tomar unos tragos de
agua del lecho de un río casi seco que hacía ya unas horas que seguían. El
tiempo había cambiado, estaba más frío y el cielo, ahora cubierto de densas
nubes, amenazaba lluvia. La noche había caído y la oscuridad era casi
absoluta.
A pesar de todo decidieron continuar volando por lo menos hasta el amanecer
y avanzar lo más posible antes que comenzara a llover.
Así fué como estaban verdaderamente agotados cuando amaneció
aquel día. Cruzaban una región árida y reseca, plana y casi sin vegetación, no
había árboles ni arbustos donde acomodarse a descansar y dormir unas horas
y lo mejor que encontraron fué un hueco algo elevado en un amontonamiento
de piedras. Se arreglaron como mejor pudieron y pronto cayeron en un sueño
pesado que más parecía un letargo. Ninguno de los dos despertó cuando
comenzó a llover ni tan poco se dieron cuenta que la lluvia se convertía en un
diluvio. El cauce del río se llenó en un momento y se desbordó; debido a la
erosión y a la falta de vegetación la tierra era incapaz de retener el agua que
caía y en cosa de minutos la planicie se convirtió en un torrente que corría
arrastrando cuanto encontraba a su paso. La tierra que sostenía las piedras en
su lugar desapareció y el montón se derrumbó dejandolos a merced de las
turbulentas aguas. Desorientada y dando tumbos, tan pronto bajo el agua
como sobre ella, Pochi luchaba desesperadamente por conservar la conciencia;
24.
tras unos pocos minutos - que le parecieron horas -, chocó bastante
rudamente contra algo que en un principio no supo identificar. Instintivamente
se había aferrado a aquello, que resultó ser una rama bastante grande y
frondosa, arrastrada sin duda de tierras más altas por la tormenta y que ahora
daba una base bien firme de unos tres metros cuadrados y en la que Pochi no
era la única inquilina. Una vez que se recobró algo y pudo mirar a su alrededor,
se encontró tirada sobre unas ramas casi a ras del agua, y en las otras, a
distintas alturas y lo más alejados de ella que les era posible había algunos
conejos y liebres, un topo, varias perdices y otros pájaros más pequeños,
todos muy mojados y asustados; en las ramas más altas, inconsciente y con
muy mal aspecto, yacía el Forastero. Se arrastró como pudo hasta donde él se
encontraba y después de asegurarse de que no estaba tan mal como se veía,
se sentó a velar a su lado y se dedicó a pensar en las opciones y posibilidades
que de momento tenían. No había muchas: estaban tan mojados que no
podían volar y hasta donde alcanzaba la vista sólo había agua; hacía frio y el
cielo seguía encapotado aunque la lluvia parecía disminuír de intensidad.
Pasaron un par de horas y a Pochi le pareció ver, al lado opuesto del que
ocupaba el río, como la tierra se elevaba formando un contrafuerte de varios
metros de altura.
Eso podría sacarlos del apuro..... siempre que pudieran volar.......
Una voz a su lado la sacó del ligero sopor en que había caido, era una gaviota
y parecía repetir algo que ya le había dicho antes:
- "En algo más de media hora se encontrarán flotando en el mar"
- "....................."
25.
La gaviota continuó:
- "No te preocupes, ya hemos evacuado a los demás. Cuando te sientas
mejor te llevaremos a ti y a tu amigo" - le dijo algo a alguien que tenía detrás y
con una sonrisa continuó: "En días como este tenemos mucho trabajo.
¡Somos guardacostas y salvavidas.........!"
Vaciló un momento y mirandolos atentamente dijo:
- "¡Vaya, Uds.son los dos Embajadores!"
Pochi recobró por fin el habla y aunque algo ronca, preguntó:
- "¿A donde nos llevarás?"
- "A tierra firme, ahí tendrás que esperar a que baje el agua".
Y en su interior Pochi pensó:
- ("Y a que seamos capaces de movernos..........")
- "¿Crees que estás en condiciones de que te traslademos?"
- "Preferiría que lleven a mi compañero primero".
- "Somos muchas, los llevaremos a los dos al mismo tiempo". - los agarraron
entre tres y una cuarta gaviota se puso debajo. Lentamente volaron hasta el
muro de tierra que se veía en la lejanía donde los depositaron cuidadosamente.
- "Ya están muy cerca de su destino. Buen viaje y.... ¡cámbien el mundo!"
con una pequeña inclinación de cabeza la gaviota se despidió y todas volaron
hacia el mar.
La lluvia había cesado, pero hacía bastante frío y el Forastero no daba señales
de querer abrir los ojos lo que empezó a preocupar a Pochi. Necesitaban un
lugar seco y caliente donde el buho pudiera reponerse, pero en esos momentos
pedir eso era tanto como pedir la luna. No sólo estaba cansada, helada y
26.
hambrienta, sino que además se sentía sola y triste. Estaba sumida en un pozo
de autocompasión cuando oyó un ruido entre unos matorrales a su espalda;
por algún motivo se le erizaron las plumas y se sintió incapáz de girar la
cabeza y mirar lo que había a sus espaldas.
- "¡No te asustes, no te haré nada. Las gaviotas me han dicho que necesitas
ayuda. Puedo ayudarte, pero tendremos que confiar el uno en el otro.......!"
- otro ruido más cercano, y la voz dijo: "Soy un zorro............"
Pochi se giró lentamente y, ahí estaba: ¡un zorro, con la piel rojiza, brillante de
humedad y unos enormes dientes asomándole del hocico!
A su vista sintió como un terror incontrolable amenazaba con invadirla.
Pensó en volar.., huír.., salvarse.., pero recordó al Forastero y supo que nunca
sería capáz de abandonarlo; en ese momento miró al zorro a los ojos y vió con
sorpresa bondad y calidez en ellos. Poco a poco se relajó hasta que se sintió
capaz de hablarle.
- "¿Cómo puedes ayudarnos?"
- "Los llevaré a mi madriguera para que descansen y entren en calor"
- ".............."
- "Escucha, tenemos que aprender a confiar, he prometido no hacerles daño
y mantendré mi promesa" - hubo una pausa - "¡he dado mi palabra!, ¿no crees
en la palabra dada?"
Pochi apenas vaciló,
- "Te creo, vamos"
- "Tu compañero no puede caminar, tendré que llevarlo en el hocico........"
- "¡Hazlo!"
27.
Detrás de los matorrales, semiescondida, estaba la entrada de la
madriguera. Era un tunel bastante estrecho que al cabo de unos metros se
ensanchaba y desembocaba en una cueva de tierra y raices, seca y caliente.
Una mitad estaba alfombrada con ramas y paja, y al fondo en una especie de
nido, dormían amontonados cinco cachorros. El zorro dejó cuidadosamente el
cuerpo inerte del Forastero junto a los cachorros, de manera que recibiera el
calor de los pequeños cuerpos y volviendose hacia Pochi le dijo:
- "Puedes dormir si quieres: yo velaré".
Y Pochi, con un suspiro de alivio y agradecimiento se acurrucó en un rincón y
se quedó dormida....... Cuando despertó se sentía descansada y por algún
motivo feliz. Había soñado con el Bosque y con Alba; con una gran fiesta y
con el zorro hablando con Cronosia. Abrió los ojos y lo primero que vió fué
al Forastero con las alas desplegadas, poniendo en orden su plumaje y
moviendolas cuidadosamente arriba y abajo, sin duda cerciorandose de que
no habían sufrido ningún daño grave.
Luego, Pochi se dió cuenta de que tanto el zorro como los cachorros habían
desaparecido.
- "Han ido a cazar" - la voz del Forastero era firme y sus ojos cuando se
volvió a mirarla, serenos - "¡gracias por cuidar de mí! el zorro me lo ha contado
todo"
Ya sabemos que Pochi no podía ruborizarse, pero en cambio se le trabó la
lengua:
- "¡Yo........ eh........ bueno....... eh ........ sabes........!"
Afortunadamente para Pochi en ese momento hicieron su entrada los
28.
zorros y eso la salvó de tener que seguir hablando. Delante venían los
cachorros, corriendo y mordisqueandose juguetonamente las patas unos a
otros; detrás el zorro con un conejo muerto entre los dientes.
- "Les he traído comida", - Pochi se volvió hacia los pequeños y quiso
rechazar la oferta, pero el zorro continuó: "Uds. son mis invitados y ellos
deben aprender a guardar el Mandamiento desde pequeños" - les sonrió -
"no se preocupen, ellos tampoco pasarán hambre"
El Forastero agradeció al zorro su generosidad y la ayuda que les había
prestado y preguntó que posibilidades había de reanudar la marcha.
- "El cielo está despejado y el agua ha bajado; pueden partir cuando quieran"
Pochi, de pié frente al zorro le dijo:
- "Tengo mucho que agradecerte, más de lo que crees. ¡Nunca te olvidaré!"
El zorro la miró largamente; había cariño en su mirada, pero también un
fondo de anciana sabiduría, talvéz algo atávico en su raza, algo que la hizo
recordar los ojos de Cronosia cuando parecían leer sus pensamientos y llegar
hasta lo más recóndito del alma. Sin dejar de mirarla le dijo:
- "El Mandamiento no es sólo una idea Pochi en la que se puede descansar
porque es bella y altruista, hay que cumplirlo y para cumplirlo hay que ser
consecuente y actuar de acuerdo a Él. El Mandamiento es acción y debe
reflejarse en todo lo que hacemos desde que nos despertamos hasta que nos
dormimos cada día de nuestra vida; tienes que hacerles ver a los hombres que
es un compromiso con el Universo y consigo mismo que hay que renovar día a
día. En este viaje has aprendido mucho sobre tí, sobre la vida y sobre el
mundo fuera del Bosque: ¡ahora estás preparada para hablar con los hombres!"
29.
Partieron terminada la comida, y llegaron a su destino en medio de la
noche. EL Forastero la llevó por una ventana abierta al lugar donde él dormía y
decidieron descansar hasta el día siguiente para reponerse y estar en
condiciones de hablar con sus amigos cuando aquellos despertaran. Antes sin
embargo el Forastero le dijo:
- "Has oido lo que el zorro te ha dicho, y yo quisiera, - si me lo permites -,
añadir algo más. Antes de partir del Bosque te encontraba demasiado joven e
inexperta y, porqué no decirlo ingenua, para realizar una tarea como la que te
esperaba y así se lo dije a Alba y Cronosia; pero ellas, Cronosia sobre todo,
estaban seguras de que eras la persona indicada y de que te sabrías
desenvolver perfectamente y saldrías airosa de todas las dificultades y
peligros que se presentaran. Así ha sido, y además, salvastes a Thor con su
pata rota y me salvaste la vida a mí. Has vencido tus miedos, cosa de la que
pocos pueden vanagloriarse, y has actuado siempre siguiendo primero tu
corazón y después tu cabeza. ¡Eres verdaderamente un ser extraordinario y
me siento orgulloso y feliz de haberte conocido....! Mi nombre es Gabriel....
Y ahora, ¡durmamos!"
Y cerrando los ojos se quedó dormido (o hizo como que lo estaba), con lo que
no le dió ocasión a Pochi para que contestara.
---- x ----
3. La Ofensiva
Era una mañana maravillosa, el sol brillaba radiante en un cielo azul
cobalto adornado por una que otra nubecilla blanca como bolitas de algodón,
30.
una suave brisa movía las ramas de los árboles frente a la ventana donde
dormía Pochi y a lo lejos se veía el mar, también sembrado de motitas
blancas, que se confundía en el horizonte con el cielo. Pochi estaba
deslumbrada, nunca había visto nada parecido, y el solo pensar que los
hombres arriesgaban toda esta belleza con su forma desconsiderada de
actuar y su indiferencia ante el peligro que corrían, la hacía estremecerse de
inpotencia.
La pareja joven de humanos con los que vivía el Forastero parecía
tenerle gran estima. Estaban felices y aliviados de que hubiera vuelto sin
haber sufrido ningún accidente por el camino.....! Pochi vió de reojo como él
evitaba mirarla y se dió cuenta de que inmediatamente cambiaba el tema de
la conversación : les contó todo sobre el Bosque, sobre Alba y Cronosia, la
presentó a ella como la Representante y Embajadora y los puso al tanto del
plan que se estaba preparando en esos precisos momentos en todo el planeta.
Ellos estaban bastante impresionados con la historia y a Pochi le pareció que
algo incrédulos de que en el Bosque tuvieran el poder de hacer todo lo que se
proponían hacer.
Acordaron dirigirse esa misma tarde a las Naciones Unidas y otras
instituciones y entregarles el Mensaje, y también que los dos pájaros estarían
presente, pero sólo en calidad de "mascotas", sin hablar ni dar señales de ser
otra cosa que lo que los humanos esperan normalmente de los animales.
Las reuniones resultaron ser una catástrofe: los políticos escuchaban con un
oido, miraban el reloj, movian papeles sobre el escritorio y daban claramente a
entender que lo consideraban todo una pérdida de tiempo; las cabezas de las
31.
religiones más representativas no los dejaron ni siquiera hablar; hablaron ellos,
sobre el amor a Dios, el castigo de los pecados, la felicidad eterna después de
la muerte y el pago de diezmas y primicias. Pero los magnates de la industria
y el comercio fueron los peores: dijeron de partida que sin un estudio de
mercados, un cálculo de porcentajes de ganancias para el primer año y la
posibilidad de recortar puestos de trabajo y eludir impuestos no había nada que
hablar y les cerraron las puertas en las narices (y picos). Solo unas pocas
minorías: indígenas americanos, distintos grupos étnicos del Africa, aborígenes
de Australia, seguidores del Budismo, y asociaciones ecologístas y médicas en
lucha contra la destrucción sistemática de los recursos del planeta, de la
pobreza, las enfermedades y el hambre estuvieron dispuestas a dialogar y a
tomar en serio el Mensaje. Eran por lo demás, más o menos los mismos que
habían decidido mandar al Forastero a pedir ayuda a los miembros de las otras
especies que habitan la Tierra. Ellos al menos estaban avisados y sabían lo que
sucedería.
Y pasó una semana........
Tal vez lo primero que notaron los hombres fué que los peces habían
desaparecido; los pescadores dieron la alarma: no había peces ni en la costa,
ni en alta mar ni en ninguna parte..... ¡pero era algo que había sucedido otras
veces: condiciones climáticas adversas, cambios en la temperatura del agua o
de las corrientes marinas, etc.!, ¡nada de que preocuparse! Cuando se supo
que no era un fenómeno local sino que sencillamente no había peces
en ninguna parte, ya había llegado la noticia de que las palomas, los
gorriones y hasta los canarios y las catitas de las jaulas habían
32.
desaparecido de las ciudades y de que las granjas avícolas estaban vacias.
Los rebaños de corderos, las reses y los cerdos; los ciervos y jabalíes, conejos
y liebres, faisanes y perdices de los bosques y campos; y hasta los renos de
los lapones y los elefantes y las vacas sagradas de la India; sin contar los
monos de Gibraltar y los cuervos de la Torre de Londres, (cosa que sí había
puesto muy nerviosos a los ingleses) todos, ¡todos! se habían esfumado.
Era como si se los hubiera tragado la tierra. El misterio era ¿donde estaban?
¿o qué o quién los ocultaba?
¡En dos días la humanidad se había convertido en vegetariana!
Cuando al tercer día los campesinos encontraron toda la fruta de los
árboles frutales, los tomates y las legumbres reventadas en el suelo, los
campos de cereales por tierra con las espigas desgranadas antes de madurar,
las verduras quemadas como después de una terrible helada y las patatas,
cebollas, zanahorias, espárragos y todo lo demás que crece bajo tierra
podrido e inutil; la humanidad pasó en un día, de ser vegetariana a ser
candidata a morir en corto plazo de hambre si no aprendía rápidamente a
comer plástico, envases y resíduos y naturalmente dinero......
Al día siguiente los embalses estaban vacios y los ríos y lagos secos; ya
no salía agua del caño ni en la cocina ni en la sala de baño y pasaba lo mismo
en una choza en la China, un chalet en Suiza y en la Casa Blanca en
Washington....
¡¡¡La Humanidad había tocado fondo!!!
Los gobiernos tenían las manos llenas tratando de detener el pánico y
de contener a las multitudes, hacían despliege de fuerzas y tenían los medios
33.
de comunicación controlados, transmitiendo boletines tranquilizadores a
intervalos más o menos cortos según lo consideraban necesario. Pero en
realidad no tenían la menor idea que podían hacer. La mayoría ni siquiera
recordaba la visita que habían tenido unos días atrás: ellos eran personas
importantes ocupadas con problemas importantes y no podían perder el
tiempo con ilusos mal vestidos que contaban ridículas histórias sobre
animales y el fin del mundo........!
¡Pués ahora el fin del mundo se veía muy cercano!
Ese día (era el cuarto) a mediodía, el boletín oficial que se trasmitía por
todas las radios y canales de televisión se interrumpió y se vió sustituido por
un cuadro tan curioso, que todos se detuvieron para verlo: un hombre y una
mujer jóvenes, una lechuza de color avellana y un enorme buho plateado
sentados ante una mesa (¿de cocina?); el hombre y la mujer sostenían un
gran pliego de algo que parecía pergamino entre las manos y se disponían a
hablar.
- "Queridos habitantes de nuestra Tierra: desde hace algunos años hemos
venido tratando de advertirles del peligro a nivel ecológico en que nos
encontramos y de convencerles de la necesidad urgente de tomar medidas
drásticas e inmediatas al respecto para evitar un colapso irreversible de todos
los recursos que nos proporciona la tierra. Desgracidamente los intereses
políticos y económicos han prevalecido sobre la razón y el sentido común.
Hace diez días, nosotros dos en representación de los seres humanos y estas
dos aves como embajadoras de los otros Reinos del planeta presentamos a los
gobiernos y otras instituciones públicas y privadas una peticion en la que
34.
haciamos ver la situación dramática a la que el sistema ecológico del planeta
había llegado y la necesidad de reaccionar dentro de las próximas horas -y no
años-, poniendo en práctica un plan de medidas que proponiamos.
Advertímos que el no cumplimiento tendría consecuencias catastróficas.
No hubo ninguna reacción..........
Cinco días atrás nos encontrábamos todavía en una situación, si bien
crítica, todavía capaz de mejorar en caso de que se redujera sin plazos ni
porcentajes sino que totalmente y en la totalidad de la Tierra, sin excepciones,
el gasto de energía y la actitud general de todo ser humano hacia el planeta.
En vista de que no hemos tenido respuesta de ninguna de las instituciones ni
personas con que contactamos, hemos decidido dirigirnos ahora directamente
a Uds. para ponerlos al corriente de lo que está sucediendo".
El hombre y la mujer que habían hablado alternadamente, callaron.
Pochi avanzó un paso, cerró los ojos, pensó en el Bosque, en Alba, en
Cronosia y en el Forastero, pero más que en ningún otro en el zorro; recordó
todo lo que había visto y a todos los que había conocido en el viaje: respiró
profundamente, abrió los ojos y comenzó a hablar:
- "Mi nombre es Pochi y he viajado desde el Bosque para traerles este
Mensaje: A nosotros no nos motivan ni el dinero, ni el poder, ni la fama; lo
único que nos mueve ahora a inmiscuirnos en los asuntos de los hombres es el
hecho de que los hombres, sin considerar que "comparten" la tierra con muchas
otras especies, la han destrozado a su voluntad.
No pedimos nada, no queremos nada.
Solo advertimos que si se detiene AHORA el deslizamiento vertiginoso
35.
hacia la catástrofe final, tendríamos los medios para sanar las heridas del
planeta de modo que en dos o tres décadas esté nuevamente sano y fuerte.
Pero no podemos esperar más o será demasiado tarde. Si continúan por el
mismo camino, antes de cincuenta años sus hijos y nietos vivirán lo que han
vivido Uds. hoy día, nosotros solo hemos acelerado el proceso y abreviado el
tiempo para que pudieran experimentar la realidad del futuro. Es muy distinto
que les digan lo que va ha suceder en cincuenta años, a sufrirlo en carne
propia; talvéz ahora que han "sentido" el hambre y la sed sean capaces de
comprender lo dramático de la situación en que nos encontramos: el
desenlace es inevitable.
Nuestra oferta sigue en pie, pero solo hasta el amanecer de mañana y
siempre que toda la humanidad, sin excepción, se comprometa a cumplir las
condiciones que se especifican en el Mensaje. Quisimos presentárselo primero
a sus gobernantes, para que fueran ellos quienes se lo transmitieran a Uds., y
les dieran así la oportunidad de decidir si querían aceptarlo o no;
desgraciadamente ellos no lo consideraron digno, ni tan siquiera de ser
mencionado. Ahora el futuro está en sus manos, Uds. son los que tienen que
hacerles ver a sus gobernantes como quieren seguir viviendo. Solo Uds., cada
uno de Uds. por separado y todos Uds. juntos pueden conseguir el milagro, si
verdaderamente aceptan los cambios que proponemos. Debo advertirles que
no es algo para tomar a la ligera. No será facil, significará más de un sacrificio
material para algunos de Uds., para otros un cambio de mentalidad: liberarse
de prejuicios y miedos xenófobos y para otros a su vez, olvidarse del odio y
aprender el significado del perdón; pero, para todos será aprovechar una
36.
segunda oportunidad y volver a Vivir.
Ahora quiero que escuchen nuestro único Mandamiento, la Máxima según
la cual tendrán que guiarse y vivir de hoy en adelante si aceptan nuestro trato:
¡¡Respetaré y amaré todo lo que existe, sobre y bajo la Tierra!!
Mañana todo volverá a ser como era hace cinco días atrás.
¿Como será el futuro? eso está en las manos de Uds.
¡Acepten la ayuda que les ofrecemos, hagan un esfuerzo por sobrevivir y
ayuden a que sobrevivan los demás, a que sobreviva el planeta!"
Cuando Pochi terminó de hablar hubo unos segundos de silencio y
luego, como si hubiera explotado un volcan gritaron todos a la vez: en las
casas, dentro de los coches, en las calles y frente a las pantallas de televisión
que habían instalado para mantener "informada" a la población; en el mundo
entero, todos gritaban. En todas las ciudades, en todos los países, las
multitudes avanzaron hacia las respectivas sedes de gobierno para hacerse oír,
exigiendo que se cerrara el trato y se aceptaran las condiciones que ponían los
habitantes del Bosque.
Pochi cerró los ojos y sin darse cuenta se apoyó en el Forastero que la
sostuvo firmemente: ¡estaba tan cansada; pero había cumplido!
----- x -----
4. Epílogo
Años habían pasado, ¡muchos años! Cronosia dormía nuevamente;
después de estar más de treinta años despierta, ocupandose sin descanso de
que hasta en los últimos rincones del planeta se conociera y respetara el
37.
Mandamiento y de que los cambios que inevitablemente tenían que producirse
tanto en los gobiernos como en la economía, y sobre todo en la sociedad se
efectuaran de la forma más rápida y efectiva, pero al mismo tiempo lo menos
traumática posible para la humanidad; había reunido a su alrededor además de
Alba y sus lechuzas blancas a Pochi y también al Forastero que las visitaba con
regularidad. Había sido una gran fiesta en la que fuera de todos los habitantes
del Bosque, habían tomado parte numerosas delegaciones venidas de distintos
lugares de toda la Tierra. Las Ratas de la Red, que se habían dado ese nombre
después de aquella memorable noche en que le salvaron la vida al Forastero,
habían enviado un grupo de jovenes ruidosos que recorrían el bosque
sintiendose sumergidos en un cuento de hadas: ¡hasta habían conocido a
Cronosia y ella les había hablado y les había dado un mensaje para los
Ancianos!
Thor, el cuervo, había traído a toda su familia que con los años había crecido
considerablemente y también un regalo: un gran ramo de espigas, adornado
con negras plumas de cuervo, una de cada miembro de su familia y amarrado
con flexibles tallos de gramineas como recuerdo de su salvación.
Las gaviotas del río habian hecho el largo viaje acompañando al zorro
que era ya muy anciano y que de otra manera no hubiera venido.... Pero
Cronosia le había pedido expresamente que estuviera presente en las
celebraciones y las gaviotas que sabían porqué (aunque no habian dicho una
palabra al respecto: ¡un secreto es un secreto!), habían insistido en que viniera
y se habían ofrecido a acompañarlo, además viajaban con él dos de sus
biznietos como representantes del resto de la manada y tambien para cuidar
38.
disimuladamente del abuelo por el camino. Por lo demás el camino a recorrer
hubiera sido casi irreconocible para un viajero que lo hubiera hecho hace treinta
años: los bosques estaban repoblados y de las heridas que la erosión había
dejado en gran parte del recorrido se había recuperado casi totalmente.
Los ríos y lagos eran cristalinos y estaban llenos de peces, la flora y la
fauna crecía y se reproducía atendiendo a las leyes de la Naturaleza. Las
praderas que antes se veían llenas de manchas amarillentas como marcas de
peste en una cara bonita, eran ahora suaves alfombras verdes llenas de flores
silvestres, una gloria para la vista y el olfato y pobladas por toda clase de
insectos: mariposas, abejas y libélulas de alas irisadas que las sobrevolaban y
cigarras, grillos y escarabajos que vivían entre sus raices. Los campos
sembrados crecían sanos sin fertilizantes nocivos ni manipulaciones genéticas,
y bien administrados, daban de comer a todo el planeta. Por lo demás, los
hombres habían aprendido a comer sano y bien, tanto en cantidad como en
calidad, lo que a su vez habia casi erradicado enfermedades como la gota, la
diabetes y la obesidad. El abuso y las adiciones a todo tipo de drogas, inclusive
al tabaco y al alcohol habían desaparecido, dado que la motivación para
producirlas y venderlas: el provecho personal injusto, ya no existía; y la
motivación para consumirlas: el descontento y la infelicidad, tampoco. Era tan
largo el camino que la humanidad había recorrido en los últimos treinta años
que equivalía no al de una sino que al de cinco o más generaciones.
Lo más maravilloso en la opinión de muchos era, que el esfuerzo hecho
para cambiar los patrones de conducta hacia la Naturaleza, habían producido
como efectos secundarios, profundos cambios en la estructura familiar y social,
39.
inculcando un sentido de responsabilidad hacia el entorno no solo en los
adultos sino que sobre todo en los niños desde que tienen uso de razón,
invirtiendo su escala de valores y dandoles la posibilidad de sentirse orgullosos
de algo que ellos contribuyen a conservar.
No se han abandonado ni la comodidad en la vida diaria ni la ciencia, la
investigación o la técnica. Se siguen usando coches, trenes y aviones para
viajes largos o difíciles, pero como la prisa en que se vivía antes ha
desaparecido, la gente se mobiliza muchos a pie o en bicicleta. Los
skateboards, patines y patinetas estan entre los preferidos por la juventud
y los triciclos a pedales son ideales para hacer las compras. El caballo se ha
puesto de moda, y los coches tirados por mulas o ponys llevan y traen a los
niños al colegio y a las famílias de paseo; esto a su vez ha hecho que muchos
oficios olvidados hayan vuelto a revivir y han creado nuevos puestos de
trabajo.
La polución y el ruido estan practicamente erradicados de las ciudades y eso
hace que la salud física y el equilibrio nervioso de sus habitantes haya
mejorado. Además, las antiguas "ciudades colmenas" han ido poco a poco
desapareciendo siendo remplazadas por amplias poblaciones integradas en el
paisaje que, salvo por artículos muy específicos para cada caso en especial,
son prácticamente autosuficientes tanto en el abastecimiento alimenticio
-agricultura y ganadería, así como molinos, panaderos, etc.-; como en el
educacional -escuelas ,institutos, universidades, etc.-; en el sector de la salud
con pequeños centros médicos dotados de todos los adelantos y con
especialistas para todas las ramas de la medicina y naturalmente en el laboral,
40.
lo que disminuye enormemente el gasto de energía necesario para el transporte
tanto de personas como de mercadería.
Ya no se usan energías fósiles, se han sustituido por otras que son
seguras, limpias y económicas; el acento ya no se pone en la velocidad sino
que en la conveniencia para el medio ambiente.
La distribuición de la riqueza hecha en base a la dignidad del ser
humano y a su derecho a una vida sana, cómoda y feliz, no permite la
pobreza ni la riqueza desmedida y menos acumular más allá de lo
razonablemente necesario para poder darse ciertos gustos y lujos personales.
La remuneración de los distintos trabajos es mayor según el esfuerzo
personal y el grado de dificultad que haya significado alcanzar y mantener su
dominio (años de estudio para obtener un título, talento y entrenamiento
constante, etc.), pero las enormes e injustificadas diferencias de antes ya no
existen.
El espíritu de competencia no ha desaparecido, solo que ahora no se compite
por tener más sino que por ser más. En la sociedad humanista que se ha
establecido es el logro personal y su aplicación para el bienestar común, lo que
importa. Cronosia había hecho un buen trabajo: la Humanidad había
madurado, los caprichos de la adolecencia estaban superados y se podía decir
que estaba entrando en su mayoría de edad.
Había llegado el día que Cronosia había fijado para su despedida: todo
estaba preparado en el bosque, los invitados habían llegado o estaban por
llegar, el Bosque estaba engalanado, había seres humanos en grupos o solos,
algunos de ellos no conocían el Bosque, otros eran visitantes asiduos como la
41.
pareja con la que vivía el Forastero que había venido con sus dos nietos que
jugaban y corrían por todos lados con otros niños humanos.
La noche anterior Alba, había reunido a los habitantes del Bosque y había
anunciado su decisión de dejar su cargo una vez pasadas las festividades y
nombrar como su sucesora a Pochi.
Para la única para la que aquello fué una sorpresa fué para ella; los demás
celebraron con gran entusiasmo la noticia y felicitaron a Pochi por su
nombramiento.
A la hora prevista, Cronosia comenzó a hablar:
- "Queridas hermanas y hermanos, porque eso es lo que somos ahora los
habitantes de la Tierra, no tengo intenciones de hacer un largo discurso; sólo
quiero decir unas pocas palabras para despedirme, pero más que nada para
agradecerles el esfuerzo y el gran tabajo que ha realizado cada uno de Uds.
para lograr los resultados que han conseguido. El planeta es ahora el lugar
maravilloso que siempre estuvo destinado a ser. Quiero que siempre, ahora y
en los años por venir, tengan presente que no son Uds. una masa sino
individuos, y que como individuos cada uno de Uds. tiene que asumir la
responsabilidad sobre su felicidad personal y la de los que los rodean así como
de la integridad del lugar donde viven. La Tierra los provee de todo lo que
necesitan: aire y agua puros y saludables, alimentos sanos y en cantidad
suficiente; energías inofensivas y de duración prácticamente indefinida si no
son derrochadas y un entorno bellisimo destinado a ser disfrutado con todos
los sentidos. Nunca olviden que cada acción de uno de Uds., produce a su lado
o en algún remoto rincón del Universo, una reacción a su medida. Nada pasa
42.
desapercibido para la Vida, todo tiene un efecto instantáneo en el tiempo y el
espacio. Así como una pequeña piedra desprendida en la cumbre de una
montaña puede, miles de metros más abajo, convertida en alud arrasar un
valle o como un terremoto en las costas del Pacífico de América del Sur
puede provocar una ola gigante en el Japón; así, una acción contra el
Mandamiento traerá irremediablemente, en algún lugar del universo, una
reacción.
Queridos, nosotros, los miembros del Reino Vegetal y del Animal nos
hemos regido desde hace muchos miles de años por el Mandamiento, ahora se
ha unido a nosotros la Humanidad; por fin el circulo se ha cerrado.
Antes de despedirme quiero honrar a alguien que ha demostrado con su
comportamiento el valor y las bondades del Mandamiento. Actuó en contra de
sus costumbres, su educación y del instinto de su raza al que tuvo que vencer
para poder cumplir con la palabra dada.
¡Zorro, acércate por favor! Quiero que aceptes mi homenaje y el de todos los
presentes, por tu integridad y sabiduría. Quiero también ofrecerte a todos
como ejemplo del compromiso que significa seguir las leyes del Mandamiento.
¡Te admiramos y nos inclinamos ante ti!
Ahora vuelvo a mi Sueño llena de agradecimiento y amor hacia todos Uds...."
Y diciendo eso, Cronosia cerró los ojos y se durmió.
Pochi no pudo contener las lágrimas; sabía que Cronosia continuaba
allí, aunque dormida siempre presente, pero en forma talvez egoista, echaba
de menos sus ideas, sus palabras y hasta su mirada.
La ceremonia había terminado, los invitados se despedían y se
43.
preparaban para emprender el viaje de vuelta, solos o en grupos. Se habían
hecho muchas nuevas amistades y algunas antiguas se habían renovado y
tanto para los habitantes del Bosque como para las visitas, la experiencia
había sido enriquecedora. A pesar de que la despedida de Cronosia le había
dado a la celebración un dejo solemne y algo nostalgico, la fiesta había sido
en sí alegre y para todos divertida. Ya bien entrada la noche el Forastero se
acercó a Pochi.
- "El Zorro quiere hablar contigo", le dijo.
- "Pochi, vengo a pedirte un favor", - el Zorro estaba verdaderamente viejo,
su piel rojiza estaba moteada de blanco y caminaba en forma lenta y
cuidadosa como haciendole el quite a algún dolor -, "quisiera que me
permitieras quedarme en el Bosque a vivir lo que me queda de vida. Estoy
muy viejo y cansado y el viaje de vuelta es largo. Mi familia es grande y hay
quien puede hacerse cargo de ella: a mi no me necesitan".
Pochi estaba encantada con la idea y así se lo dijo:
- "............además teniendote cerca podremos recordar los viejos tiempos y
yo podré agradecerte todo lo que te debo"
El Forastero terció en la conversación:
- "Yo también me quedo: ¡Pochi, creo que ha llegado el momento de que
pasemos más tiempo juntos......!" - dijo con una sonrisa.
Pochi también sonrió; de pronto le pareció todo a su alrededor mil veces
más hermoso: ¡cumplir con el Mandamiento era maravilloso!, ¡amar era
maravilloso!
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Mó Solaris 23 - 9 - 2007
09.01.2009
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